Con la detención por parte de fuerzas del Ministerio del Interior de Cuba el pasado 26 de abril de 2014 de los ciudadanos de origen cubano residentes en Estados Unidos, José Ortega Amador, Obdulio Rodríguez González, Raibel Pacheco Santos y Félix Monzón Álvarez, se desactivó un peligroso plan terrorista que venía fraguándose por más de un año.
Estos sujetos se introdujeron en el país con el fin de «atacar instalaciones militares», y según confesaron, ya desde mediados de 2013 tres de ellos habían viajado en reiteradas ocasiones a Cuba para «estudiar y modelar» sus acciones, las cuales se organizaron bajo la tutela de otros terroristas disfrazados de supuestos «luchadores por la libertad», como Santiago Álvarez Fernández Magriñá, Osvaldo Mitat y Manuel Alzugaray.
Los tres, quienes también residen en Miami, mantienen estrechos vínculos con el connotado asesino Luis Posada Carriles, autor confeso de varios atentados terroristas internacionales, entre ellos la voladura en pleno vuelo de un avión de Cubana de Aviación en 1976, frente a las costas de la caribeña isla de Barbados, lo cual le costó la vida a 73 personas.
Fue Posada también quien ya entrenó y pagó a otros terroristas de origen centroamericano para «dinamitar» instalaciones turísticas cubanas, acciones que ocasionaron en 1997 la muerte en La Habana del joven italiano Fabio Di Celmo, y heridas a otras personas, así como incontables daños materiales.
Posada estuvo además involucrado en el intento de atentado contra el líder histórico de la Revolución Cubana, Comandante en Jefe Fidel Castro, cuando en el año 2000 pretendió nada menos que volar el Paraninfo de la Universidad de Panamá, que estaría en ese momento repleto de estudiantes.
Este hecho, denunciado oportunamente por el propio Fidel Castro, llevó a cárceles panameñas a Posada Carriles, quien fuera luego indultado por la entonces presidenta del istmo, Mireya Moscoso, tras lo cual viajó clandestinamente a Estados Unidos, ayudado por su compinche Álvarez Fernández Magriñá.
En el caso de Magriñá parece no escarmentar, a pesar de que en octubre de 2009 cumplió una sentencia de libertad supervisada por cuatro años, impuesta por tribunales norteamericanos por «tenencia de armas y obstrucción de la justicia», a raíz del famoso caso del barco Santrina, a través del cual entró clandestinamente Posada Carriles a Estados Unidos, a pesar de lo cual hoy se pasea libremente por las calles de Miami.
Si alguien duda de quién es Magriñá, basta saber que cuando fue detenido por el FBI tenía en su casa un «pequeño arsenal» compuesto por una ametralladora M11, dos fusiles de asalto Colt AR15 y hasta un lanzagranadas.
Por si fuera poco, buscando una «rebaja de condena», entregó a las autoridades otros armamentos de su «reserva personal» que tenía escondidos en varios sitios de Miami, entre ellos 30 ametralladoras automáticas y semiautomáticas, un lanzacohete, varias granadas, 200 libras de dinamita, 14 libras de explosivo C-4, y 4 000 pies de cables para detonaciones.
Estos peligrosos personajes son los que alentaron y financiaron ahora la fallida «operación» de Ortega Amador, Rodríguez González, Pacheco Santos y Monzón Álvarez, los cuales pretendían irrumpir en una unidad militar, asesinar a soldados y oficiales, y luego promover diferentes acciones violentas.
La idea, según ellos mismos han confesado en la investigación de los hechos, era crear una «conmoción social» que sería aprovechada para supuestamente hacer un llamamiento a la violencia, además de crear confusión, pánico y caos, e intentar que el mundo creyera que se trataba de una supuesta «rebelión» en Cuba.
Piramideo no convencional
Es demasiada coincidencia que la idea de efectuar atentados terroristas que desemboquen en acciones violentas sean precisamente los planes que se han orquestado en otras regiones del mundo como Siria, Ucrania y especialmente Venezuela, los cuales han costado incontables vidas, muchas de ellas inocentes, en una fórmula que erróneamente pretendían repetir en Cuba.
También es muy curioso que estos planes terroristas se hayan organizado e intentado ejecutar precisamente cuando paralelamente existían otros programas secretos ya denunciados, como los de la Usaid y diferentes agencias de Estados Unidos, para usar modernas tecnologías como Internet, correo electrónico y mensajes de texto entre celulares, con las cuales organizar supuestas redes de apoyo a las que movilizar en caso de una «conmoción social».
Resulta muy evidente concluir que estas acciones violentas de ataques a instalaciones militares cubanas, con la intención de crear pánico y confusión, se parecen mucho al supuesto «estallido social» que esperaban los creadores de ZunZuneo o de Piramideo.
Ambos proyectos subversivos, financiados con empresas fantasmas por la Usaid o por la mal llamada Martínoticias, pretendían crear redes virtuales de «amigos», sin que los usuarios supieran que estaban siendo espiados y estudiados sus datos, preferencias y comunicaciones personales.
La idea era que en caso de «conmoción social», se «activara» la cara oculta de estas redes, destinadas a desinformar a sus integrantes y crear un falso estado de opinión sobre la realidad cubana, tanto dentro como fuera del país.
Una vez más se demuestra la concatenación de los planes orquestados contra Cuba, los cuales, con diferentes matices y formas de manifestación, tienen siempre al final la intención de provocar situaciones violentas, que conduzcan a la muerte de personas inocentes, al caos social y justifiquen acciones militares extranjeras.
Se trata, evidentemente, de otra forma de concretarse la llamada Guerra No Convencional, una doctrina militar que ya se ha puesto en práctica con Libia, Siria, Egipto, Ucrania, y se intenta ahora en la República Bolivariana de Venezuela, con las llamadas «guarimbas», protestas de alto contenido violento que son otra expresión encubierta del terrorismo.
Los planes se parecen demasiado entre sí como para ser casuales. Los personajes son también los mismos. No es casual que Posada Carriles haya sido señalado también detrás de los intentos de magnicidio para descabezar a la Revolución Bolivariana, primero contra el fallecido presidente Comandante Hugo Chávez Frías, y ahora contra Nicolás Maduro.
Tampoco es fortuito que opositores venezolanos violentos como Leopoldo López o María Corina llamen a agredir a los médicos cubanos que prestan su humanitaria labor en Venezuela, mientras den su «solidaridad» a los irrelevantes mercenarios que dentro de Cuba abogan por sembrar el pánico y la muerte.
Esa violencia es muestra de la desesperación ante la imposibilidad de subvertir ambos procesos revolucionarios.
Los terroristas vuelven a tener los mismos nombres y apellidos. Muchos de ellos se pasean hoy por las calles de Estados Unidos sin ser molestados, y se ufanan de sus «acciones» incluso los medios de comunicación norteamericanos de marcada tendencia anticubana.
Paradójicamente, es este el mismo país que se atrevió a incluir a Cuba en la absurda lista de supuestos países que «patrocinan» el terrorismo, solo unos días antes que se produjera esta detención de los violentos mercenarios en suelo nacional.
Lo lógico sería que las autoridades norteamericanas cooperaran en la investigación y detención de estos hechos, como ha pedido en reiteradas ocasiones Cuba, si de verdad quieren erradicar de una vez el flagelo del terrorismo, e impedir la muerte de personas inocentes de ambas naciones.
(Tomado de Juventud Rebelde)
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